Un año más, un año menos

Por María José Catalá

Con la llegada de diciembre, el año toca a su fin. Es momento de dar el toque navideño a nuestro hogar, reunir en torno a la mesa a nuestros seres queridos y de supervisar de reojo, no sin cierta dosis de ternura, las siempre exigentes cartas de nuestros hijos a los Reyes Magos. Pero también de hacer balance de la gestión municipal este 2021.

El Gobierno municipal finaliza el año tal como lo empezó: con las mismas promesas incumplidas y los mismos enfrentamientos de siempre entre quienes dicen ser socios de gobierno, pero, en la práctica, convierten cada proyecto en una nueva excusa para medir sus fuerzas. Lo mismo con la tasa turística que con la futura reforma de Ausiàs March y de Guillem de Castro, pasando por el fallido PAI de Benimaclet o el contumaz bloqueo a inversiones e infraestructuras clave para el desarrollo económico de nuestra ciudad.

Transcurren los meses y el equipo de gobierno sigue sin tomar conciencia de la realidad que viven nuestros vecinos. Muchos de ellos han tenido que bajar las persianas de sus negocios o tienen dificultades para llegar a final de mes. Ven como quienes les gobiernan les añaden nuevos problemas, en lugar de procurar solucionarles o de aliviar la carga de los que ya tienen, volviendo, por ejemplo, más difícil si cabe la movilidad en el centro o manteniendo unas subidas impositivas que no responden al momento actual, marcado por la pandemia. ¿De qué sirve recaudar más si cada vez se invierte menos…?

Superado el ecuador del mandato, siguen sin asumirse responsabilidades políticas por el robo en la EMT, la política municipal de vivienda hace aguas y todo apunta a que el Palau no volverá a abrir sus puertas, como pronto, hasta finales de 2023. Problemas como el botellón, el vandalismo o la delincuencia son lo suficientemente graves como para requerir una respuesta ágil por parte de este Ayuntamiento. Hacer la oposición a la Oposición tras más de seis años en el gobierno no sólo es una muestra de debilidad, sino también un ejercicio de irresponsabilidad, cuando no de dejación de funciones. 

Otro año más perdido por Ribó, pero también otro año menos para revertir esta realidad y para devolver la confianza a quienes, durante tantos años, nos la otorgaron. Valencia se merece un gobierno que de verdad escuche a sus vecinos y que no se ponga de perfil ante sus problemas. Soplan vientos de cambio. En el Partido Popular queremos ser los protagonistas de ese cambio. El año acaba, pero la cuenta atrás ha comenzado.